martes, 31 de enero de 2017

El porqué de las tarifas de un intérprete: el caso del simposio/congreso de medicina

Muchas veces me he topado con gente que me mira incrédula cuando le digo lo que suelo cobrar por interpretar en un congreso o en otro tipo de actos. Inmediatamente dividen el importe entre el número de horas que dura el evento y la cifra que obtienen es, efectivamente, una tarifa por hora más que aceptable. Luego ponen cara de sorpresa y extrañeza cuando añado que, en muchas ocasiones, me sale más rentable traducir según qué textos y para qué clientes, con lo que me toca explicarles el porqué (y lo hago encantada).

Como con muchos clientes ni siquiera tengo opción a llegar a esta fase de explicación porque te cierran la ‘puerta’ en las narices con el argumento de que la tarifa es muy elevada y Fulanito lo hace por la mitad, voy a aprovechar este espacio para explicar por escrito en qué consiste, para mí, el prepararse para un trabajo de interpretación y el tiempo que se invierte, centrándome en el ámbito que mejor conozco: los simposios o congresos de medicina (sin que eso signifique que el resto de eventos —jurídicos, políticos, cinematográficos, deportivos, etc. — no requieran igual o quizá más labor de preparación). 

Más concretamente me referiré a un tipo de encuentros con el que me ha tocado lidiar hace bien poco: los simposios monográficos impartidos por un líder de opinión (un médico conocido y respetado en su campo) y que,  en ocasiones, cuentan con el respaldo de una empresa farmacéutica.


Espero que después de esta detallada explicación los potenciales clientes entiendan mejor dónde van a parar sus euros y los beneficios que les reporta esta inversión de tiempo y de dinero.

  • ·         Lo primero que hay que hacer es documentarse bien sobre la enfermedad de la que trata el simposio:

o   Etiología y mecanismos generales de la enfermedad
o   Fases/evolución de la enfermedad
o   Incidencia en nuestro país y perfil más habitual de los pacientes
o   Carga que supone para la atención sanitaria

  • ·         Luego hay que entender bien qué mecanismos existen hoy en día para luchar contra la enfermedad:

o   ¿De qué medicamentos disponemos para combatirla? ¿A qué clase farmacológica pertenecen y cuál es su mecanismo de acción? (Aquí toca estudiar un poco de bioquímica.)
o   ¿Qué resultados proporciona cada opción terapéutica? ¿Cuáles son sus principales efectos secundarios?
o   ¿Se puede curar la enfermedad o es degenerativa/crónica y el objetivo de los tratamientos es ralentizar su curso y mitigar/atajar los síntomas?
o   ¿Hay otros métodos no farmacológicos que se empleen también para tratar la enfermedad?
o   ¿Cuál es el algoritmo terapéutico que se suele aplicar en España?
o   ¿Hay guías nacionales o internacionales que emitan recomendaciones concretas sobre cómo se ha de abordar la enfermedad? ¿Existen discrepancias entre el abordaje recomendado en nuestro país y el que se sugiere en otros países? ¿Cómo ha evolucionado dicho abordaje en los últimos años? ¿Qué sociedades médicas elaboran dichas guías?
o   ¿Qué ensayos clínicos hay en marcha para el desarrollo de fármacos indicados para esta enfermedad? ¿En qué fase están y cuáles son los resultados preliminares que han arrojado?
o   ¿Cuáles son las principales necesidades que aún quedan por cubrir? ¿Qué tipo de pacientes concretos son los que peor responden a los tratamientos actuales?

  • ·         Una vez entendida la enfermedad, hay que conocer también al ponente:

o   Lo más interesante es practicar con el vídeo de alguna ponencia que haya dado un congreso o simposio similar, para familiarizarse con su acento y con su manera de comunicarse.
o   También conviene buscar artículos científicos en los que aparezca como autor para saber en qué líneas de investigación está implicado y si ha participado o no en algún ensayo clínico.
o   Además, sería recomendable conocer de antemano el hilo argumental que el ponente va a seguir en este simposio y las principales conclusiones que quiere transmitir al público asistente, para que no haya lugar a malentendidos.
o   Y ya si disponemos de la ponencia que va a impartir, miel sobre hojuelas. Poder repasar toda la terminología utilizada (acrónimos incluidos) y analizar de antemano los argumentos que va a presentar da mucha tranquilidad. Pero eso no nos exime de acometer la búsqueda de información que se menciona en los puntos anteriores. Tener la ponencia no es un ‘atajo’ sino un valor añadido.
  • ·         Si el simposio cuenta con patrocinadores del mundo de la industria farmacéutica, no hay que olvidarse del lugar que ocupa dicha farmacéutica en el contexto de la enfermedad que se va a tratar:

o   Hay que conocer la historia de la empresa y saber qué ámbitos terapéuticos cubre.
o   Hay que tener muy claro cuáles son los medicamentos que elabora la farmacéutica en cuestión, qué principios activos lleva cada uno y qué resultados dan en el contexto de esta enfermedad. Ahí no se admiten tropiezos ni equivocaciones y para eso el Post-it® siempre es un gran aliado.
o   Hay que saber cuáles son los principales competidores (medicamentos concretos y empresas farmacéuticas) y cuáles son los puntos fuertes de cada opción terapéutica.

  • ·         Otro factor importante es saber a qué tipo de público va dirigida la ponencia. ¿Médicos especialistas? ¿Médicos de atención primaria? ¿Pacientes o familiares de pacientes? El registro que vayamos a emplear tendrá que estar acorde con el tipo de receptor de nuestro mensaje.


Hay que tener en cuenta, además, que las búsquedas de información anteriormente mencionadas hay que hacerlas bilingües, lo que duplica el tiempo que hemos de dedicar: porque hay que entender bien al ponente y su mensaje pero también hay que conocer muy bien el lenguaje específico que se utiliza para hablar de este campo en nuestro idioma (suponiendo que tenemos entre manos una interpretación al español, por ejemplo). Es importante mimetizarse bien con el entorno para que nuestros oyentes se sientan cómodos escuchándonos.

Con todo lo expuesto, no es difícil entender que no basta con saber inglés: un simposio de un par de horas puede acabar necesitando de varios días de preparación

Pero lo que no cabe duda es que la inversión de tiempo siempre queda reflejada en los resultados. Siempre. 

Y por eso, estimado cliente, cobramos lo que cobramos.


domingo, 15 de febrero de 2015

Cuando la preparación paga dividendos... de los buenos

Por culpa de (más bien gracias a) la formación recibida como intérprete soy consciente de lo fundamental que es preparar con mimo cada interpretación, incluso cuando los organizadores no facilitan demasiada información sobre las ponencias o los temas a tratar. No hay excusa y es fundamental remangarse y ponerse manos a la obra.

En general, cualquier labor de preparación ha de incluir:


  • Elaboración de un glosario bilingüe (¡Esto que no falte!), y tenerlo impreso en cabina por si acaso Murphy decide hacer de las suyas. A mí me gusta utilizar Google Drive para poderlo compartir con el compañero de cabina y, si se da el caso, elaborarlo de manera conjunta
  • Ejemplo de glosario compartido en Google Drive.
  • Búsqueda bilingüe de información general sobre el tema del evento/reunión/congreso.
  • Búsqueda de artículos escritos o ponencias (en pdf, en Power Point, en SlideShare...) dadas por los oradores a quienes tendremos que interpretar, y mejor aún si son recientes. Los refritos y los copi-pegas están a la orden del día en todos los ámbitos, también entre los ponentes más ilustres
  • Ejemplo de presentación disponible de manera gratuita en Slideshare
  • Práctica con vídeos donde se hable de esta temática para acostumbrarnos a la jerga utilizada. Ya que para la mayoría de los intérpretes pueden llegar a pasar varios días o incluso semanas entre una interpretación y la siguiente, no está de más refrescar las neuronas los días previos. Por lo menos a mí me ayuda a vencer el pánico inicial cuando la luz roja del micro se enciende por primera vez al comenzar la jornada.
    (Al que le pueda interesar, suelo colgar en Facebook los vídeos con los que practico y que encuentro especialmente interesantes, por uno u otro motivo: velocidad, acento, ritmo cambiante, tema, etc.).
  • Por último, nunca está de más buscar vídeos de los ponentes, para saber de antemano qué acento tiene, para acostumbrarse a su timbre de voz o para poderle identificar rápidamente el día del evento. Incluso, quién sabe, quizá hasta puedas hacerte una idea del enfoque o de la temática que podría tener su presentación.
    No será por falta de ponencias a disposición de todo el mundo en Internet
Sobre este último punto quería hablar: el copi-pega sin ambages también existe en las ponencias que no se apoyan en una presentación.
En una de las últimas interpretaciones a las que acudí había un par de ponentes estrella, de esos que los organizadores contratan, además de por sus conocimientos y experiencia en el sector, para animar el cotarro y hacer más atractivo el programa. Oradores profesionales, personas que saben enganchar al público con su discurso, que entretienen, asombran y tocan la fibra sensible de los asistentes a la vez que enseñan y que llegan avalados por la fama que ostentan más allá de los límites de su sector.


En estos casos es especialmente sencillo encontrar en Internet su biografía y vídeos suyos de ponencias anteriores, por lo que no hay excusa alguna para no verlos y (preferiblemente) practicar con ellos.

Porque siempre puede llegar el día (es un suponer), en el que el ponente estrella, conocido por su discurso rápido y con pocas pausas, decida sacar del muestrario una ponencia antigua larga, de más de media hora de duración, y decida además reutilizarla palabra por palabra, chiste por chiste, anécdota por anécdota: vamos, clavadita de principio a fin a esa que dos días antes te dedicaste a escuchar y destripar. 
Sí, esas cosas pasan.

Y en esos casos es cuando la preparación paga dividendos de los buenos. ¿Quién sabe? Igual te toca a ti la próxima vez que salgas al ruedo interpretil... :-)

martes, 29 de abril de 2014

Estimado ponente...

Estimado ponente:

Soy intérprete de conferencias y en un futuro más o menos lejano puede que interprete una de sus ponencias o discursos para aquellas personas del público que no saben su idioma. Supongo que su máximo interés será hacer llegar su mensaje a todos los asistentes, de la manera más clara que sea posible, sin ambigüedades ni malos entendidos.

Si es usted de los que piensan que un intérprete, por el mero hecho de serlo y de saber idiomas (inglés, francés y alemán, en este caso), acude a sus interpretaciones con las manos en los bolsillos y sin haber necesitado realizar ninguna preparación previa, sepa usted que está equivocado

En nuestro sueldo van incluidas muchas horas de estudio previo: estudiamos su voz (si podemos), su trayectoria profesional, pero sobre todo tratamos de ahondar lo más posible en el tema sobre el que versará su ponencia o discurso. Por ejemplo, si fuese usted médico y fuese a hablar sobre nuevos tratamientos para la hepatitis C, nuestra investigación habría de incluir un repaso de anatomía, de etiología de la enfermedad, de los mecanismos bioquímicos implicados, de los fármacos que hay ahora en el mercado, con los mecanismos de acción, los efectos adversos y las ventajas de cada uno, los ensayos clínicos de nuevos medicamentos que hay en curso, la prevalencia de la enfermedad en España y en otros países… Como ve, sobre cada tema se puede estudiar horas y horas, sin llegar a acabar nunca. Pero como el día tiene un número de horas finitos y el tiempo del que disponemos para cada interpretación es limitado, si en un futuro fuese la intérprete de una de sus ponencias le pediré un poco de colaboración: que me facilite tanta información como disponga sobre el tema que va a tratar (resumen, guión, una versión preliminar de la ponencia, o incluso la ponencia definitiva si ha sido previsor y ha conseguido acabarla unos días antes). 
No se trata de hacer trampas, ni de darme el trabajo hecho, sino de darse cuenta de que somos un equipo, y que hemos de trabajar como tal: para que SU mensaje llegue a todo SU público también es necesario que yo lo entienda para que mi mensaje sea lo más claro, conciso y bien hilado posible. Y el poder enfocar lo más posible mi búsqueda de información, sin estar horas y horas dando tumbos por Internet buscando todos los temas que podrían llegar a tocarse en su ponencia, aunque sea de manera tangencial, me será de enorme ayuda.
También es conveniente contar con la ponencia con unos días de antelación porque no es infrecuente que las presentaciones estén plagadas de acrónimos que quizá resulten obvios para usted y para los asistentes que estén familiarizados con ese tema y en el idioma que usted habla, pero no para los intérpretes. Y sería una pena que un discurso bien hilado se vea interrumpido por un acrónimo que el público que me escucha no va a entender (por no ser su idioma); ¡con lo fácil que habría sido darnos la ocasión de buscar esa información de antemano!

Quizá piense que con que tengamos la ponencia un par de horas antes de empezar es suficiente: no lo es. Es mejor que nada, pero no es la situación óptima. Porque quizá haya alguna palabra que no entendamos y nos cueste apenas un minuto buscarla en el diccionario, pero es muy posible que para entender lo que ha querido decir en una diapositiva tengamos que investigar más en profundidad y consultar otras fuentes, y eso lleva más de cinco minutos. 
Por cierto, aprovecho para decirle que a los intérpretes nos encanta tener la posibilidad de charlar con los ponentes antes de que den la ponencia, pues eso garantiza que ambos discursos sigan razonamientos paralelos y las posibles dudas terminológicas o conceptuales queden despejadas. 

También hay que tener en cuenta que a veces los ponentes, tanto patrios como extranjeros, con la tensión y los nervios del momento aceleran su discurso y llevan una velocidad superior a la que tuvieron cuando estuvieron ensayando previamente la presentación para no superar el tiempo asignado (es un suponer). 
Incluso hay veces que se puede caer en la tentación de superar las 4 o 5 líneas de texto que se recomiendan como máximo en cada diapositiva y se llenen todas de texto para que sirva de guión… no es infrecuente que en esos casos el ponente opte directamente por leer la diapositiva y pasar a la siguiente a una velocidad que apenas nos permite a los intérpretes procesar la información. Le pediría, por el bien de su público, que hablara más despacio, pero yo no soy quién para decirle cómo ha de hacer su trabajo. A cambio, le querría hacer ver que si no nos proporciona las diapositivas para que podamos desgranar, digerir y procesar el tema que va a tratar, nos será poco menos que imposible hacerlo in situ, lo que redundará en la calidad del discurso que recibirán los oyentes, que al fin y al cabo es lo que importa.

Por supuesto que en toda interpretación se interpreta sobre la marcha lo que va diciendo el ponente, sin que tengamos que llevar el discurso escrito, pero le aseguro que si nos da la posibilidad de entender de antemano el tema, el contexto en el que encaja y los principales resultados, conclusiones o mensajes que quiere transmitir a su público, todos saldremos ganando. Incluso usted.

Se despide atentamente,

Esther Moreno Barriuso
Intérprete de Conferencias EN<>ES

Especializada biomedicina, ciencia y tecnología

viernes, 4 de abril de 2014

Suelta los auriculares y coge el cuaderno

No me canso de escuchar y de repetir que la interpretación es una profesión en la que hay que estar preparado para todo tipo de sorpresas y contratiempos: cabinas sin puertas, ponentes de última hora que leen el discurso que les ha dejado escrito un compañero, simultáneas sin compañero de cabina que se alargan más de lo debido...

Vamos, que la zona de confort no existe, y una de las características clave de un intérprete es ser capaz de adaptarse a las circunstancias cambiantes de un evento en el que a menudo la abundancia de intermediarios puede dar lugar a confusiones o a que la información se pierda por el camino: por ello, tenemos que ser solucionadores de problemas y dejar los tirones de orejas (si fuera menester) para el día siguiente.
Las quejas y los tirones de orejas, más tarde.
Por eso, cuando uno interpreta es poco práctico limitar las modalidades de interpretación que uno realiza, porque con más frecuencia de la que cabría esperar una consecutiva puede convertirse en simultánea o susurrada (y viceversa) en un abrir y cerrar de ojos. De hecho, es lo que ha sucedido en dos de las últimas interpretaciones en las que he participado, por lo que concluyo que es recomendable acudir a cada trabajo pertrechado con todas las herramientas que pudiéramos necesitar:

  • Sede ministerial. Reunión de expertos españoles y un par de expertos internacionales para que aportaran la visión «europea» del tema. Nos habían contratado para una susurrada, pero nuestra sorpresa al llegar fue mayúscula cuando descubrimos en la sala unas estupendas cabinas perfectamente equipadas. ¿Por qué motivo habían optado por la susurrada, cuando el ministerio cuenta con semejantes instalaciones y un equipo permanente de técnicos de sonido? La respuesta nos dejó atónitos: la organizadora nos dijo que pensaba que los intérpretes no nos íbamos a sentir cómodos ahí metidos en cabina y que por eso había optado por la otra modalidad. (Esto nos recuerda que lo de educar al cliente sigue siendo un tema pendiente, y que no hay nada como llegar pronto y hablar las cosas tranquilamente para solventar malentendidos). Al final, todos contentos: la reunión más fluida y los intérpretes sin dolor de cuello ni de lumbares y tan contentos en nuestro redil. Como además de cuaderno llevábamos el ordenador «por si las moscas» pudimos tener a mano todas las ponencias y los diccionarios temáticos que nos harían la vida más fácil. Hay que estar preparados para todo.
Cambiar una susurrada por una simultánea en una estupenda cabina: todos salen ganando

  • La experiencia más reciente, por el contrario, nos ha sacado de cabina. Era la presentación de un conocido evento deportivo y nos habían contratado para una interpretación simultánea. Al llegar descubrimos que el único asistente no hispanohablante era uno de los directivos de la empresa matriz, por lo que los técnicos solo contaban con un receptor. Nuestra labor era traducirle al inglés todo lo que allí se decía, pero como esta persona iba a dar un discurso, al no disponer de receptores para todos los asistentes se nos pidió que subiera el intérprete al estrado a interpretar en consecutiva dicho discurso. De nuevo, ser previsor vale por dos y al haber metido en el petate cuaderno de tapas duras y boli y tener chaqueta con bolsillos pudimos solventar la papeleta. Hay que estar preparado para todo.


Consecutiva imprevista - toma de notas
Tomar notas


Consecutiva imprevista - reproducir discurso
Reproducir el discurso


Sé que mi experiencia no es para nada extraordinaria; cualquier intérprete en activo se habrá encontrado en docenas de situaciones parecidas; seguro que muchas más curiosas, sorprendentes, desconcertantes o alarmantes que el par de ejemplos que acabo de citar. ¿O no? ¿Alguien nos cuenta?
                             

viernes, 21 de marzo de 2014

Las ventajas para un intérprete de romperse un brazo

Como muchos sabréis, además de intérprete también soy traductora y, en resumidas cuentas, usuaria habitual del ordenador. Una de las cosas más útiles que aprendí en mis años mozos fue a escribir a máquina a toda velocidad con las dos manos. 

Durante mis años de traductora, muchos compañeros me hablaron de las bondades de los programas de dictado, pero yo siempre les contestaba que era capaz de teclear más rápido de lo que podía pensar, y que por tanto para mí no constituían ninguna ventaja. 
Además, había oído decir que la curva de aprendizaje de estos programas tiene poca pendiente (es decir, que el proceso es muy lento) y que para sacar un buen provecho de ellos es necesario dedicar muchas horas a su entrenamiento. Por estas y por otras razones nunca me planteé su utilización.


Sin embargo, hace cuatro semanas,  una placa de hielo en la montaña y unos bastones colocados indebidamente me obligaron a cambiar rápidamente de opinión: de repente me vi con un brazo roto y escayolado de tal manera que era imposible utilizar los dedos para teclear en el ordenador. 

Difícil teclear de esta guisa

De todos modos, cualquier leve roce en los dedos ya resultaba doloroso, por lo que pronto me di cuenta que los dedos de la mano derecha iban a pasar una larga temporada en el dique seco.

He de decir que lo primero que pensé cuando me caí fue: «¿cómo voy a trabajar ahora estando lisiada?». Es uno de los aspectos negativos que tiene el ser autónomo con unos gastos fijos nada despreciables: salvo causa de fuerza mayor, el interrumpir la actividad no es una opción viable.

Así que rápidamente empecé a valorar la posibilidad de utilizar un programa de dictado, puesto que tenía 3.000 palabras que entregar al cabo de menos de 48 horas y, al contrario de lo que creí inicialmente, teclear con una mano no es, ni mucho menos, la mitad de rápido que teclear con dos, sino mucho más lento. 

Lo primero que hice fue probar el programa de dictado que incluye Windows 7. 

Interfaz del programa de reconocimiento de voz de Windows
Es un programa muy básico, pero funciona con cualquier programa donde haya un espacio para escribir y el resultado, sin necesidad de entrenamiento alguno, es más que aceptable, al menos como plan B, pues no tenía del todo claro con qué programas de traducción asistida son compatibles los programas de dictado que hay en el mercado. 

A continuación decidí probar un programa de dictado comercial, el que utilizan muchos traductores: Dragon Naturally Speaking v10. Cuál no sería mi sorpresa cuando, tras un curso acelerado de una hora impartido por un alma caritativa al que no le importó trabajar en domingo y una hora adicional dedicada a entrenar al famoso «dragón», empecé a dictar a una velocidad superior a la que alcanzo tecleando con las dos manos, y eso que era un texto científico plagado de números, etiquetas internas y términos a priori extraños. El programa cuenta con una función de corrección, que le permite aprender de sus propios errores, conocer el vocabulario que el usuario utiliza con más frecuencia e incorporar a su diccionario nuevas palabras, tras entrenarlas previamente. 

Interfaz de Dragon Naturally Speaking v10

Todo un descubrimiento. En solo seis horas, con el dragón y unos auriculares USB con micrófono incorporado, conseguí acabar las 3.000 palabras que tenía que entregar al día siguiente. No me lo creía ni yo.

Y ahora diréis: «¿y esto qué tiene que ver con los intérpretes? ». Pues tiene que ver, y mucho. Para que el programa te entienda correctamente no es necesario hablar especialmente despacio, sino que es imprescindible vocalizar y modular bien la voz. De hecho, cuanto más completas sean las frases que elabora el usuario, mejor las reconocerá el programa y menos errores cometerá. Tras varias semanas utilizando el programa a diario varias horas al día, me he dado cuenta de que la modulación de la voz y la vocalización han mejorado y y también de que dictarle al ordenador constituye por sí mismo una estupenda práctica de interpretación, pues equivale a interpretar un discurso leído (excluyendo, claro, la dificultad añadida asociada a la velocidad del ponente) o a hacer una traducción a la vista. En definitiva, horas de práctica diaria de interpretación mientras traduces, escribes correos electrónicos o publicas contenidos en redes sociales… sirve para todo.

Huelga decir que no recomiendo a ningún intérprete fracturarse el brazo para descubrir las consecuencias positivas que puede tener, pero sí que animaría a los intérpretes a utilizar los programas de dictado como una herramienta de apoyo y como un entrenamiento per se. 

Y para muestra, un botón: esta entrada del blog la he dictado en su totalidad (con la ayuda de mi mano buena) y pensarla y escribirla apenas me ha llevado 20 minutos.  Yo diría que merece la pena darle una oportunidad al dragón. ¿Lo habéis probado? ¿Conocéis algún otro programa de dictado que dé buenos resultados? Hasta el próximo dictado…



domingo, 26 de enero de 2014

Interpretar no es como andar en bici. ¿O sí?

La entrada de hoy es una breve reflexión sobre una realidad con la que de vez en cuando me doy de bruces: Interpretar no es como andar en bici.

Pasé un año entero haciendo un curso de interpretación: solo teníamos clase 3 horas a la semana agrupadas en un mismo día, pero había que dedicar mucho tiempo a preparar las interpretaciones que haríamos en clase y, sobre todo, pronto nos dimos cuenta que para mejorar y lograr la progresión que se esperaba de nosotros para poder hacer prácticas antes de que finalizara el curso había que practicar si no a diario, sí con mucha frecuencia. La profesora nos proporcionaba el material que habíamos trabajado en clase para que siguiéramos masticándolo en casa.

El resultado de todo este este esfuerzo continuado fue que a final de curso habíamos adquirido una velocidad y una resistencia mental que nos permitía interpretar bastante más de media hora seguida (creo recordar) sin desfallecer. Por supuesto que las condiciones de clase no son comparables a las condiciones de una interpretación real, pero la base de velocidad y resistencia estaban ahí firmemente ancladas.

Habíamos «aprendido a interpretar» de la misma forma que un niño tras mucho esfuerzo logra «andar en bici sin ruedines» y volar solo, sin necesidad de que su madre o su padre le sujeten la bici y le vayan empujando por detrás desriñonándose.

Tras el aprendizaje inicial, un intérprete puede volar solo pero...

¿Y ya está, con esto ya estábamos preparados para abordar cualquier proyecto de interpretación el resto de nuestra vida, aunque pasemos por periodos de sequía interpretativa?  ¿Interpretar es como andar en bici sin manos, que una vez que aprendes ya nunca se olvida? ¿Es ponerse los auriculares, encender el micro y el discurso sale fluido y sólido sin aparente esfuerzo, siempre que venga respaldado por una buena labor de preparación?

¿Y con esto da por finalizado el periodo de formación y entrenamiento?
¿Es cuestión de coger el micro y dejarse caer cuesta abajo y sin manos?  


Mi opinión es rotundamente que NO.


Según mi experiencia personal, interpretar es casi tan ingrato como correr: puedes haber estado entrenando duro durante un año, que si lo dejas dos meses tus piernas se oxidarán considerablemente, y se requerirá un esfuerzo nada desdeñable (aunque, evidentemente, menor que si partiéramos de cero) para volver a recuperar la forma.

Lo mismo sucede con la velocidad a la que el cerebro procesa la información, la rapidez de respuesta y la resistencia mental: personalmente notaba que cuando estoy un periodo mayor 1 mes sin acercarme a la luz roja del micro (sin tener en cuenta las interpretaciones consecutivas, donde se trabajan otras habilidades) retomar el contacto cuesta, y en ocasiones me daba cuenta de que redunda en los resultados de la interpretación, he de reconocer. No me refiero a resultados desastrosos (¡tampoco te pases!) pero si a unos resultados peores de los que cabría esperar, especialmente cuando la interpretación es EN > ES, que curiosamente es la que mayor concentración me requiere. Y eso a pesar de la investigación y la preparación que siempre realizo de manera concienzuda para cada interpretación.

 ¿Solución al problema? 
Pues en mi caso no me queda otra que practicar. He visto gente que tras 2 años sin interpretar han agarrado el micro y el resultado ha sido excelente, pero uno tiene que ser consciente de sus puntos débiles como primer paso a poner remedio. En mi caso, tratar de interpretar un ratito (con 15 minutos basta) todos los días, lo que sea y sobre el tema que sea. La capacidad de preparar un tema desconocido y de zambullirme en mundos nuevos bajo presión y con plazos cortos la llevo siempre en la mochila, así que en mi caso se trata de mantener fresca la velocidad, la resistencia y la capacidad para dividir mi atención de manera equilibrada entre lo que escucho y lo que digo. Para eso, lo mismo da interpretar a Britney Spears que a un mandatario africano. Cuanto más y más variados sean temas, acentos y tipos de situaciones, mejor.

Hoy en día internet nos lo pone fácil. ¿Mis sitios preferidos? TED. com, un lugar lleno de discursos interesantes, rápidos y fantásticamente bien hilados....
TED.com, paradigma de las charlas bien hiladas

 y, como contrapunto, siempre está bien un discurso de algún político español que se haya dejado el hilo conductor en casa. En YouTube hay miles de ejemplos.
Políticos: siempre difíciles de interpretar, estupendos para practicar

¿Y vosotros, consideráis necesario practicar? ¿Conseguís hacerlo? Es bien cierto que cuesta hacerlo de manera continuada y que no siempre se logra cumplir objetivos. La ausencia de rutina en la vida de un autónomo dificulta la tarea.
Sin embargo, en mi caso hago más interpretaciones consecutivas que simultáneas, con lo que no es raro que haya periodos de varias semanas sin pisar una cabina, y he llegado a la conclusión de que el practicar regularmente es vital para lograr un resultado óptimo.


sábado, 30 de noviembre de 2013

Tres, dos, uno... ¡grabando!

Cada interpretación es un reto nuevo y diferente, y esto es una de las cosas que más me gustan de este trabajo. Esto, poder abrir ventanas hacia mundos que ni siquiera sabía que existían y conocer personas que te dejan poso, te hacen ver la vida desde otra perspectiva distinta y me recuerdan que tengo muy poco de lo que quejarme. La interpretación de ayer lo tuvo todo; fue realmente una de las experiencias más gratificantes que he tenido como intérprete

Me avisaron, como es habitual, con menos de 24 horas de antelación: tienes que interpretar en la grabación de unas entrevistas a pacientes con espondilitis anquilosante, una enfermedad reumática autoinmunitaria crónica y sin cura que causa intensísimos dolores de espalda (de la zona lumbar, normalmente) y de otras articulaciones que merma sustancialmente la calidad de vida del que la padece. En muchas ocasiones aparece durante la infancia o la adolescencia, con las consiguientes repercusiones emocionales en una edad en la que lo último que quieres es sentirte diferente y no poder realizar las mismas actividades que tus amigos. 

Más información en http://www.espondilitis.es/ (el de la foto es el guitarrista de El Sueño de Morfeo, que padece esta enfermedad).

  
Para esta interpretación el cliente me facilitó una presentación sobre la campaña de concienciación que están llevando a cabo (y en la que se incluirán los testimonios que íbamos a grabar) y el guión de la entrevista en inglés. Yo lo traduje para llevar parte del trabajo hecho, me estudié a fondo la etiología y los síntomas de esta enfermedad y eché un vistazo a las páginas de las asociaciones de pacientes, que siempre tienen información práctica y van al grano, cosa útil teniendo en cuenta el poco tiempo de preparación del que disponía. Me quedó claro que esta enfermedad es mucho más que un dolorcillo de espalda crónico.


Vistas desde el estudio de grabación
Llegó el día de la grabación: el equipo técnico era británico y los pacientes entrevistados y los responsables de la campaña en España no dominaban el inglés, de ahí que fuera necesaria la presencia de un intérprete. Pero cuál no sería mi sorpresa cuando me dicen que mi papel va a ser el de entrevistadora: no solo formulo las preguntas a la paciente (sin entrar en plano) siguiendo el guión predefinido, sino que tengo añadir preguntas en caso de que considere que la respuesta es incompleta y, sobre todo, me doy cuenta de que tengo que conseguir que la paciente se sienta relajada, comprendida y a gusto para que el vídeo pueda transmitir optimismo y esperanza a los pacientes que lo escuchen. Después de repetir cada toma unas cuantas veces, me doy cuenta de lo difícil que es no aparecer envarado y artificial en cámara cuando has de contar la misma historia (que resulta ser TU historia) cuatro o cinco vez porque han llamado al timbre, al teléfono, ha pasado una ambulancia o la narración no ha fluido todo lo que debiera. Un diez para todos los que participaron.  
En un momento de la entrevista
Fue emocionante escuchar de primera mano los testimonios de gente que lleva conviviendo con el dolor desde su infancia o desde la adolescencia: años de infiltraciones, de brotes, de faltar al trabajo o al colegio, de incomprensión por parte de su entorno, narrado con la templanza y la madurez que dan un historial tan largo de médicos.
Pero de todos los testimonios, me quedo con el de Pablo. Doy su nombre porque él ha hecho público su testimonio para conseguir que gente que tiene los mismos síntomas que él pueda poner nombre a su enfermedad y detener su evolución, en la medida de lo posible (Se cree que en torno al 70% de las personas que tienen espondiloartritis están sin diagnosticar). Y porque él mismo pide explícitamente dar difusión a su historia.
Su relato emocionado y entusiasta, por haber dado con un tratamiento que le mitiga en buena medida el dolor tras 18 años de no dormir en condiciones, de sufrimiento y de diagnósticos inciertos, nos puso la carne de gallina  a todos, hasta a los británicos que no entendían lo que estaba diciendo. Este es un vídeo que grabó para otra campaña, pero merece la pena escucharle y ayudarle a difundir su mensaje.


Qué gratificante es mi trabajo (no siempre, claro).